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domingo, 20 de septiembre de 2015

Humanos al fin

Columna de opinión de Marta Copetti de Lauret sobre las diferencias entre razas, desde ejemplos mundiales hasta lo que sucede en la ciudad.
¿Cómo es hoy el rostro de Colonia Caroya? La respuesta está en el texto de la escritora e historiadora local.

Humanos al fin.
Por lo general un blanco se va a creer superior a un negro, salvo que esté en un barrio africano rodeado de ellos.
Un habitante de Estados Unidos se siente superior a un latino a menos que esté fuera de las fronteras de su propio país.
Los nazis estaban convencidos de ser una raza superior y aniquilaron a seis millones de judíos, negros y homosexuales.
La mayoría de las veces un cristiano cataloga de fanático a un musulmán, cuando no, de terrorista.
Países sudamericanos perdieron generaciones enteras de jóvenes queriendo borrar de la faz de la tierra al "diablo rojo".
José Naroski escritor, en sus aforismos dijo: En las películas de indios, siempre los salvajes asesinos eran ellos hasta que los siux se compraron una maquina filmadora.
Parece que la historia del hombre se reduce a eso; marcar diferencias.
Y si venimos a nuestra patria chica, Colonia Caroya, no escapa a la regla.
Frases como "los criollos son todos vagos"; "los descendientes de gringos queremos más a la Colonia"; "hay que matar todos los negros y dejar cuatro para la loza"; y tantas otras que solo revelan miedo y el miedo va de la mano con la ignorancia.
El escritor argentino Osvaldo Bayer se preguntaba cómo es el rostro de Argentina hoy. Y el mismo se contestaba: El rostro de Argentina hoy es mestizo, igual que el de toda América Latina.
Si yo hoy me pregunto: ¿Cómo es el rostro de Colonia Caroya?
El rostro de Colonia Caroya es absolutamente mestizo y podría agregar algo mas: es como si el paso del tiempo volviera las cosas a su lugar.
Antes de los inmigrantes italianos había aquí españoles que trajeron como esclavos a negros y mucho antes habitaban estos lugares los verdaderos dueños de la tierra, subestimados, ignorados, aniquilados aún en la actualidad pero que portan en su piel el color moreno.
El preámbulo de nuestra Carta Orgánica sostiene: respetar la diversidad cultural surgida de la amalgama de los valores fundacionales, autóctonos y aportados por las nuevas corrientes migratorias, generando acciones integradoras.
Si fuésemos capaces de mirar más allá aprenderíamos del otro, del distinto, del diferente y nos daríamos cuenta que simplemente todos somos humanos al fin.

Marta Copetti de Lauret

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